-¡Laura!- Me chilló Mónica, y tiró de mi brazo.
Seguimos andando, volví la mirada hacia atrás, y nuestras
miradas se cruzaron de nuevo, volví a la realidad.
Llegamos a clase.
-¿Estás bien? Te has dado un buen golpe.-Me dijo Mónica.
-¿Quién es?-Le respondí.
-Se llama Marcos, va a cuarto, pero por ahora no tienes
oportunidad, está de lío con la chica más popular de su curso.
-Tranquila, no me interesa, es por saber.
Seguí dándole vueltas a lo ocurrido toda la clase, hasta que
por fin llegó la hora, sonó el timbre, me despedí de Mónica y me dirigí a coger
el bus. Solo pasaron treinta segundos hasta que llegó. Entré. De repente
alguien me puso la mano sobre mi hombro, me giré sobresaltada.
-Perdón por el choque de antes.
Era él, Marcos.
-Da igual, no ha sido nada.
-Eres nueva aquí ¿no?
-Sí, me he mudado a Madrid hace unos días.
-¿Por dónde vives?
-En la puerta del sol.
-Entonces nos vamos a ver a menudo, soy tu vecino.
Llegamos, nos bajamos y fuimos hablando un rato.
-Ay que tonto, ni siquiera me he presentado, soy Marcos.
-Yo me llamo Laura-Le contesté con una tímida sonrisa.
-¿De dónde eres?
-De un pueblo a unos minutos de Guadalajara.
-Yo soy de Valencia, pero me mudé aquí cuando tenía tan solo
5 años, ahora tengo 16. ¿A qué curso vas?
-A segundo
-¿Y qué te ha parecido el primer día de clase? ¿Ya has hecho
amigas?
-He pasado un poco de vergüenza, pero luego todo ha ido
bien, me he hecho amiga de Mónica, no sé si la conocerás…
-¡Ah, sí! Es la hermana de un colega de clase, muy maja por
cierto.
Un silencio de cinco segundos se apoderó de nosotros; era un
chico guapo y bastante majo.
Llegamos al portal de mi edificio y me paré
-Vivo aquí.-Le dije.
-Que coincidencia, yo también. Para ser exactos en el tercero
C, ¿y tú?
Yo en el segundo A.
Entramos en el ascensor, hubo silencio, hasta que me dijo:
-¿Me das tu whatssap?
-Claro-se lo dije y lo guardó en el móvil.
El ascensor se paró, me tocaba bajarme.
-Gracias, mañana nos vemos en la parada o incluso antes ¿no?
-Sí, adiós.-Le puse mi mejor sonrisa y me bajé.
-Sí, adiós.-Le puse mi mejor sonrisa y me bajé.
Sin darme cuenta me había sonrojado. Su metro ochenta, su
pelo castaño y sus ojos color miel me habían eclipsado.
Abrí la puerta, no había nadie, me puse un plato de
macarrones y me fui a mi habitación a comer. Aún había un par de cajas que
desempaquetar, me senté en la cama, encendí el ordenador y me puse a escuchar
música mientras comía. Sonó la canción de `oye niña´ y me puse a bailar, me
acordé de las fiestas de Mananché, eché de menos a todos mis amigos, en
especial a… mi ex; le echaba de menos,
muchísimo, todo lo que habíamos pasado juntos, esos 7 meses, y él me puso los
cuernos con una de mis mejores amigas, le perdoné y volvió a hacerlo, ella ya
no era mi amiga, y el chico, bueno simplemente no le podía olvidar. De repente
me puse a pensar en el día que había tenido, en Marcos, y no hacía más que
darle vueltas al choque que habíamos tenido esa mañana en el pasillo, a la
mirada que nos habíamos echado, de nuestra conversación de vuelta a casa; no me
podía creer que le fuese a ver todos los días, e íbamos a ir y volver juntos
del instituto, estuve dándole vueltas al tema bastante rato y se me fue el
santo al cielo. De pronto….
¡PIIII! Un whatssap, era él.